Wednesday, February 14, 2007

De diccionarios

En sus aventuras al otro lado del espejo, Alicia conoce a un personaje llamado Humpty Dumpty. En el diálogo que se sucede entre ambos no tarda en presentarse la cuestión del capricho y la falta de criterio con que el arrogante personaje atribuye significados a las palabras. «La cuestión –dice Alicia— es si usted puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes». «La cuestión –responde Humpty Dumpty— es quién manda». Desde los antiquísimos diccionarios sirios hasta la enciclopedia británica, desde el De Significatu Verborum hasta el cuestionable Diccionario Panhispánico de Dudas, da la impresión de que estos compendios del saber han estado siempre conectados a la ideología dominante. La palabra «zurdo», por ejemplo, se relaciona, según el María Moliner, con «desacertado», «no listo» y otros etcéteras, y en la película Malcolm X de Spike Lee, la cámara recorre, con lentillas de aproximación, las múltiples y tendenciosas definiciones de «negro» en una enciclopedia. Aún así, la mayoría aceptamos mansamente a los diccionarios como la verdad revelada, sin preguntar nunca quiénes los han redactado, quiénes mandan en aquellas lejanas academias, y a qué ideología responden.
De allí el inconmensurable potencial revolucionario que tiene Wikipedia y uno de sus proyectos más recientes, el Wikcionario, un diccionario multilingüe en el que cualquiera puede añadir una definición o editar una existente. Este sistema abre la puerta a errores o incluso a falsedades malintencionadas, como ya ocurrió con la Wikipedia. Pero el control de los usuarios es constante, lo que no ocurre con los diccionarios de las academias, que también tienen errores y falsedades. Acercándose mucho al ideal que animó a los primeros defensores de Internet, el Wikcionario es la forma más democrática que existe de registrar y dar sentido a los meandros y mutaciones de un idioma. En los otros diccionarios, para los cuales la izquierda puede ser desacertada y los negros no reflejan la luz, la cuestión de «quién manda» sigue siendo fundamental.

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