Sunday, November 18, 2007

UN MUNDO PEOR

Hace veinticinco años, cuando un demente que no merece quedar en la Historia asesinó a John Lennon, la revista Time tituló su nota de portada con una frase que, dadas las circunstancias, no sonaba nada exagerada: «El día que murió la música». Lo cierto es que, durante ese cuarto de siglo -un significativo trozo de vida para cualquiera-, da la impresión de que el mundo se ha deteriorado en términos generales, como si la música (o, en cualquier caso, algún órgano fundamental para su funcionamiento) hubiera muerto. La obra que produjo Lennon en el tiempo inmediatamente anterior a su muerte, después de un largo período de reclusión voluntaria, no es de muy buena calidad. Sin embargo, en algunas de esas últimas canciones, que pueden sonar banales o incompletas, se escucha tanto la complejidad de la promesa como el sabor agridulce del recuerdo. Lennon era un hombre de alrededor de cuarenta años que había encontrado la alegría de la cotidianidad (había, incluso, aprendido el arte de hacer pan en su casa, nada más simbólico para un hombre que siempre se había encarnado en símbolos) y el futuro se presentaba como un próspero horizonte de canciones adultas. Su muerte, además de acabar con esas promesas y esa alegría reposada, ocasionó otro efecto paradójico. Mientras en vida Lennon era una figura demasiado imponente y poderosa como para ensuciarla, a partir de su muerte surgieron muchas biografías repletas de detalles sórdidos que lo retrataban como un neurótico algo desquiciado, de personalidad adictiva, violento, infantil y conflictivo. Su viuda, Yoko Ono, hizo poco por atenuar ese efecto y aún hoy, veinticinco años después, sigue enlodando el nombre de Lennon, afirmando, como hizo recientemente, que éste estaba celoso del éxito de las canciones de McCartney, su compañero en los Beatles. Para mayor repugnancia, Ono declaró que ella lo consolaba y le explicaba que sus canciones eran mucho más transcendentes que las del afortunado bajista.Veinticinco años después de esas balas, lo que sí parece haber desaparecido es Lennon como figura, como portador de mensaje, como héroe quijotesco y -equivocado o no- dispuesto a enfrentarse a los males de este mundo, un papel pasado de moda y que ya nadie quiere representar. Los discos de los Beatles y las grandes canciones de su época solista siguen disponibles y reeditándose y perdurarán mientras subsistan los soportes digitales o los que los sucedan. La música no ha muerto, lo que no es poco, pero el mundo está peor.

Publicado en el ABCD en diciembre de 2005.

6 comments:

Unknown said...

uffff... bono se acercaría. se acercaría, nomás. respecto a lennon, quizá tuviera una miaja menos de elocuencia melódica que macca, pero cualquier día de estos salta heather mills (perdón por la broma involuntaria) y confiesa que el bajista sigue envidiándole la intensidad compositiva. pero son estos otros tiempos. demasiada dispersión. cualquiera se convierte en estrella pero ya nadie te cambia la vida. por cierto que en el qué leer del mes que viene hallará una anécdota curiosa sobre el descerebrado mdc: le anticipo que lennon no era su único ídolo.

Eduardo said...

Amigo Barker: ¿se refiere Vd. a Salinger? (Digo sin haber leído Qué Leer aún).

Unknown said...

¿quiere usted creer que mdc hubiera tenido sesos suficientes para dar con el ínclito pero insólito salinger? no, no... hablo de alguien más accesible, del "king" del best seller de terror... ¡y hasta aquí puedo leer!

Eduardo said...

En la página de la BBC dice esto:Como estudiante universitario Chapman se volvió fanático del escritor estadounidense Jerome David Salinger, después de haber leído la novela The Catcher in the Rye (El guardián del centeno), a tal punto de que varias veces manifestó su deseo de copiar el modelo de vida del protagonista del libro, el antisocial Holden Caulfied.
Hay miles de páginas más donde se habla de Chapman y su fanatismo por un personaje de Salinger. Amigo Twilight Barker, eso ,desde luego, no garantiza nada, pero sí, el hombre chapa había descubierto a Salinger.

Unknown said...

correcto, correcto... lo había descubierto, pero virtualmente. mis dudas hacían referencia a su capacidad para dar con él en lo físico y materialmente geográfico. a fin de cuentas, cualquier descerebrado abandonado en manhattan puede dar con el dakota. sin duda era tipo de fanatismo recurrente, el no-amigo mdc... y uno de ellos, al que yo hacía referencia en el principio, tuvo como destinatario a stephen king, a quien confesó durante una firma de libros idénticas palabras a las que pronunciaría poco tiempo después frente a lennon: "soy tu fan número 1". sucede que king sí le dio el autógrafo, c'est pas?

Eduardo said...

Ah. Ahora me queda claro. ¡Qué miedo retroactivo habrá pasado el pobre Stephen?