Wednesday, April 04, 2007

PENSAMIENTO AVANZADO














En 1967, el disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band generó una revolución en tantos sentidos que algunos de ellos han quedado olvidados. The Beatles eran en ese momento los hombres más poderosos de la Tierra, o así lo sentían. Podían hacer lo que quisieran en el estudio y la leyenda ha recogido muchas anécdotas coloridas: la historia de esos músicos de sesión que no podían improvisar y jugar hasta que Lennon les puso a todos máscaras y antifaces. O ese micrófono de alta calidad y costo, perdido para siempre cuando se les ocurrió meterlo dentro de una pecera para oír cómo sonaba todo a través de agua. Juego, experimentación e irresponsabilidad, conjugados para engendrar una de las obras de arte más impactantes e importantes del siglo xx. En la última banda del disco, justo después del restallante acorde de piano que ponía fin a la canción «A Day In The Life», John Lennon agregó un sonido inaudible para los seres humanos pero sospechosamente parecido a los silbatos de los entrenadores de perros, precisamente en el surco que llegaba hasta el centro, de manera que si el brazo fonocaptor era de los antiguos, de los que chocaban contra la etiqueta y volvían a reproducir ese surco concéntrico, ese sonido se repetía sin cesar. Así, cuando en los barrios londinenses primero y del resto del mundo después, muchos tocaran el disco con la unción de quien se encuentra ante una revelación, los perros de las cercanías ladrarían y transformarían la escucha en una experiencia única, sensorial y más que cuadrafónica. Un estiramiento de los límites del disco y del aparato que lo reproduce, un discurso que irrumpe con violencia en la realidad para disolverse en ella.






Desde otro lugar del mundo, distante en recursos económicos y en popularidad mediática, hay otro artista que intenta esa clase de rupturas. Se llama Tom Zé y por momentos parece un espejo deformante que revela la cara no tan sonriente o por lo menos no tan complaciente de otra de las grandes (y poco reconocidas) culturas musicales populares de estos tiempos, la música brasilera. En su disco Jogos de Armar (Faça Você Mesmo), además de burlarse de géneros y de combinar poesía concreta, rock, denuncia social y música bailable del Brasil, incluye un segundo CD con las bases rítmicas y armónicas de las canciones del primero, para que cualquiera, en su casa y con un ordenador, pueda rearmar las canciones, cambiar los arreglos, recomponerlas y reescribirlas. The Beatles y Tom Zé, tan lejanos en algunos aspectos, son sin embargo ejemplos de un pensamiento avanzado muy poco común, de una lucidez superior y de la valentía mágica necesaria para llegar más allá.

Publicado originalmente en la sección música del suplemento cultural del ABC

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