Wednesday, July 30, 2008

SÓLO SE VIVE DOS VECES

A pesar de que las imágenes que llegan sobre Second Life parecen provenir de un medio bastante primitivo y tosco, la idea de una segunda vida, un cibermundo virtual, disparaba toda clase de exuberantes fantasías. Puestos a escoger, en una segunda vida no sólo seríamos bellísimos y moraríamos en contextos fantásticos: también viviríamos aventuras dignas de coloridos superhéroes o nos sumergiríamos en las oscuridades anticipadas por los mejores escritores del cyberpunk, recorreríamos mundos virtuales a la velocidad de la luz, desfaciendo entuertos y dando cuenta por igual de molinos y gigantes, siguiendo nuestro particular, pero incuestionable, criterio de justicia. O, llegado el caso, seríamos malos, de una maldad inofensiva pero excitante, saltándonos cuestiones morales y malestares de la cultura que tanto nos reprimen. En suma, cualquier segunda vida tendría que ser mejor que la primera, añadir nuevas dimensiones, prometer y proporcionar escapes verdaderos a las torpes restricciones del cuerpo físico, permitirnos atravesar livianamente la dura costra de la realidad.

Pero al parecer resulta que no. Resulta que en el chato mundo de la Second Life hay huelgas, atracos, especulaciones financieras, partidos políticos, anuncios de organismos gubernamentales y hasta corresponsales de prensa. Resulta que en vez de pasearnos desnudos y libres por un mundo cargado de sensaciones nuevas lo que hacemos es comprar propiedades, operar con bancos o similares, y movernos con la pesadez propia del mundo físico por las sempiternas reglas histéricas de la seducción. Finalmente, los humanos como sociedad no podemos con nuestro genio, y al final el universo de Second Life contiene tantos de los males de este mundo que no es más que una triste fotocopia de la realidad, mucho más pobre e insustancial que un buen libro.